En apenas seis años, el sector del videojuego en Canarias ha vivido un crecimiento sin precedentes. En 2019 apenas existían dos estudios con estructura consolidada, mientras que en 2025 ya operan 28 estudios, de los cuales una docena cuentan con organización empresarial estable y el resto funcionan como microestudios o proyectos independientes.
Este desarrollo se enmarca en una estrategia común bajo la marca «Canary Islands Games», respaldada por distintas instituciones públicas y privadas, que han convertido al archipiélago en uno de los polos de atracción para la industria. Actualmente, Canarias ocupa el cuarto puesto en valoración nacional, solo por detrás de Cataluña, Madrid y Andalucía.
Empleo y talento
El sector genera entre 230 y 300 empleos, sumando personal fijo, freelance y contrataciones indirectas.
Entre las compañías con mayor proyección destaca The Game Kitchen, creadora de Blasphemous, que desde Tenerife ha lanzado con éxito títulos como Ninja Gaiden: Ragebound. También sobresale Broken Bird Games, con su juego de terror Luto, y Drakhar Studio, que ha desarrollado franquicias internacionales como My Little Pony y Hotel Transylvania, pasando de nueve trabajadores a más de 70 en algunos proyectos.
Formación y colaboración
Uno de los pilares del crecimiento es la vinculación entre estudios y centros educativos, con talleres, formación práctica y proyectos de innovación compartidos. Esto ha permitido nutrir al sector con talento local y generar oportunidades para nuevas generaciones de desarrolladores.
Un ecosistema competitivo
Los incentivos fiscales juegan un papel fundamental. Canarias ofrece una de las tributaciones más atractivas de Europa para empresas tecnológicas, con beneficios que superan la media española en materia de innovación y desarrollo. Además, la presencia de estudios en ferias internacionales como la Gamescom de Alemania o la GDC de Estados Unidos ha reforzado la proyección exterior del archipiélago.
