Un desolador récord marca el año 2023, con un total de 6.007 personas que perdieron la vida en su intento de llegar a Canarias a través de pateras y cayucos, según el informe Monitoreo Derecho a la Vida de Caminando Fronteras. Esta cifra sin precedentes triplica los registros del año anterior, posicionando al 2023 como el año más mortífero desde que se recopilan datos en 2007.
El colectivo Caminando Fronteras revela que, de las víctimas, 3.176 murieron en cayucos provenientes de Senegal, destacando un aumento significativo de salidas desde lugares más lejanos, como Mauritania, Senegal y Gambia. Esta tendencia refleja la inestabilidad social y política en la región y subraya la ruta atlántica como la más letal del mundo.
El informe detalla que 84 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro durante el año pasado. Además, revela que 363 mujeres y 384 menores se encuentran entre los fallecidos. Aunque la ruta atlántica se mantiene como la más peligrosa, otras rutas, como la argelina del Mediterráneo occidental, el Estrecho de Gibraltar y la ruta de Alborán, también registraron pérdidas de vidas humanas.
La falta de respuestas efectivas y la omisión del deber de socorro en las fronteras del Estado español son señaladas como prácticas de control migratorio. Según el análisis, los acuerdos con países como Marruecos externalizan las fronteras, llevando a España a presionar para que los rescates sean realizados por otros Estados, a menudo sin medios suficientes.
Helena Maleno, coordinadora y autora del informe, denuncia que la capacidad de salvar vidas está disponible, pero la implementación insuficiente de recursos contribuye a esta tragedia. Pape Sarr, activista senegalés, critica la falta de atención a la situación política en su país y destaca la contradicción de enviar a Frontex a apoyar a los guardacostas senegaleses para impedir salidas mientras se ignora la realidad política en la región.