La industria hotelera en Canarias vive un período alentador, despejando las preocupaciones de ralentización, ya que las reservas para enero alcanzan el 90%, y se proyecta un sólido 80% para febrero. Este optimismo se debe en gran medida al vigor de la economía alemana y británica, que mantienen altas tasas de reservas hasta marzo. En diciembre pasado, el sector hotelero cerró con niveles de ocupación comparables a los de 2019, incluso superándolos en algunas áreas.
Las únicas sombras en este panorama positivo son la «ligera caída de las pernoctaciones» y la «progresiva disminución de las plazas alojativas». Fernando Estany, presidente de la Asociación de Empresarios de Alojamientos Turísticos de Las Palmas (AEAT), minimiza la pérdida de noches contratadas, destacando que Canarias lidera en Europa con estadías promedio de siete días, superando a destinos como Madrid, Barcelona y París.
En cuanto a la reducción de camas alojativas, el problema radica en la «residencialización» de complejos hoteleros, especialmente en San Bartolomé de Tirajana y Mogán, donde se quitan camas para destinarlas al alquiler vacacional, una práctica ilegal según Estany.
La isla de La Palma enfrenta una situación única, ya que la pérdida de camas se atribuye a la contaminación del Tajogaite en la zona de Puerto Naos, generando distorsiones en las comparaciones con 2019.
A pesar del entusiasmo, los hoteleros observan con cautela dos desafíos potenciales: el anuncio de Alemania de subir impuestos a los pasajes aéreos y la inestabilidad internacional derivada de conflictos en Ucrania y Oriente Medio. Aunque la embajadora alemana ha asegurado que sus compatriotas mantendrán su nivel de vacaciones, la incertidumbre persiste.
Con contratos sólidos con turoperadores, la demanda para eventos como el Carnaval podría hacer que sea difícil para locales y peninsulares reservar habitaciones en puntos clave, como el sur de Gran Canaria o el área metropolitana de Tenerife.
La industria hotelera en Canarias vive un período alentador, despejando las preocupaciones de ralentización, ya que las reservas para enero alcanzan el 90%, y se proyecta un sólido 80% para febrero. Este optimismo se debe en gran medida al vigor de la economía alemana y británica, que mantienen altas tasas de reservas hasta marzo. En diciembre pasado, el sector hotelero cerró con niveles de ocupación comparables a los de 2019, incluso superándolos en algunas áreas.
Las únicas sombras en este panorama positivo son la «ligera caída de las pernoctaciones» y la «progresiva disminución de las plazas alojativas». Fernando Estany, presidente de la Asociación de Empresarios de Alojamientos Turísticos de Las Palmas (AEAT), minimiza la pérdida de noches contratadas, destacando que Canarias lidera en Europa con estadías promedio de siete días, superando a destinos como Madrid, Barcelona y París.
En cuanto a la reducción de camas alojativas, el problema radica en la «residencialización» de complejos hoteleros, especialmente en San Bartolomé de Tirajana y Mogán, donde se quitan camas para destinarlas al alquiler vacacional, una práctica ilegal según Estany.
La isla de La Palma enfrenta una situación única, ya que la pérdida de camas se atribuye a la contaminación del Tajogaite en la zona de Puerto Naos, generando distorsiones en las comparaciones con 2019.
A pesar del entusiasmo, los hoteleros observan con cautela dos desafíos potenciales: el anuncio de Alemania de subir impuestos a los pasajes aéreos y la inestabilidad internacional derivada de conflictos en Ucrania y Oriente Medio. Aunque la embajadora alemana ha asegurado que sus compatriotas mantendrán su nivel de vacaciones, la incertidumbre persiste.
Con contratos sólidos con turoperadores, la demanda para eventos como el Carnaval podría hacer que sea difícil para locales y peninsulares reservar habitaciones en puntos clave, como el sur de Gran Canaria o el área metropolitana de Tenerife.