4 de enero de 2025
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Las peregrinaciones a la Villa Mariana de Candelaria han tomado un lugar prominente como una celebración popular que reúne a miles de fieles cada año. Estas rutas ancestrales, utilizadas desde tiempos indígenas, han perdurado hasta la actualidad, consolidándose como un símbolo de devoción y tradición en la isla de Tenerife.

Aunque la festividad oficial de la Virgen de Candelaria se celebra el 2 de febrero, conocida como la fiesta de las candelas, el 15 de agosto también tiene un significado especial para los devotos de la Patrona de Canarias. Esta última fecha, tradicionalmente marcada por las peregrinaciones a pie o en caballerías hacia Candelaria desde diversos puntos de la isla, ha arraigado como una celebración popular en la que miles de fieles recorren antiguos senderos históricos, utilizados desde la época prehispánica, para rendir homenaje y cumplir promesas.

¿2 de febrero o 15 de agosto?

Ambas festividades tienen orígenes distintos y se han mantenido a lo largo de los siglos. La celebración del 2 de febrero está más vinculada a la tradición cristiana, mientras que la del 15 de agosto tiene profundas raíces en las costumbres y creencias de los antiguos habitantes de la isla, los guanches. Históricamente, la distinción entre estas dos celebraciones siempre ha sido clara en la tradición oral.

El 2 de febrero, fecha que conmemora la Purificación de la Virgen, es una celebración de carácter más religioso, con una solemne misa en la Basílica de Candelaria, a la que asisten autoridades civiles y militares. Esta festividad ha sido identificada como «la fiesta de los ricos». En contraste, el 15 de agosto, que celebra la Asunción de la Virgen, es considerado «la fiesta del pueblo», cuando miles de peregrinos de toda la isla recorren los caminos tradicionales para llegar a la Basílica, siendo la noche del 14 al 15 de agosto el momento culminante de la peregrinación.

Esta última fecha, el 15 de agosto, tiene sus raíces en las costumbres religiosas de los guanches, particularmente en la celebración del Beñesmet. Este festejo, de carácter festivo, se realizaba para conmemorar la cosecha y agradecer a la divinidad por la fertilidad de los campos y el ganado. Las festividades comenzaban el 7 de agosto y culminaban el día 15, siendo reverenciadas en todas las comarcas de Tenerife. Durante estos nueve días, las fronteras entre los meceyatos desaparecían, permitiendo el libre tránsito sin conflictos.

El pueblo ha tendido a identificarse más con la celebración del 15 de agosto. La denominación de «fiesta de los ricos» para la festividad del 2 de febrero también tiene un trasfondo de reivindicación por parte de los descendientes indígenas de la isla, quienes se oponían al desprecio de las familias oligarcas herederas de los conquistadores y a las duras condiciones climáticas de febrero que dificultaban la participación de una feligresía empobrecida.

Entre las numerosas reivindicaciones de los indígenas, destaca el «Pleito de los Naturales», un importante conflicto que tuvo lugar en el siglo XVI en Tenerife. Los descendientes de los guanches, a través de un proceso judicial iniciado en 1587, reivindicaron su derecho ancestral a portar en procesión la imagen de la Virgen de Candelaria, enfrentándose a las autoridades civiles y religiosas de la época.

El 2 de febrero de 1587, durante la procesión de la Candelaria, los regidores del cabildo tinerfeño intentaron arrebatar a los descendientes guanches el trono sobre el que era llevada la imagen, lo que provocó un motín entre la multitud y obligó a las autoridades a cancelar la procesión. Los naturales presentaron una demanda que fue resuelta a su favor, testimoniando la profunda brecha identitaria en la sociedad de la época.

Otro evento que favoreció la consolidación de las peregrinaciones del 15 de agosto fue un trágico incidente ocurrido el 2 de febrero de 1714, cuando cinco mujeres fallecieron a causa de una inesperada nevada mientras cruzaban la cumbre hacia Candelaria. Este suceso, conocido como “La Flor de la Gorgolana”, quedó marcado en la tradición oral como un ejemplo de la dureza de las condiciones climáticas y la devoción del pueblo.

El Camino Viejo de Candelaria

La declaración del «Camino Viejo de Candelaria» como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Sitio Histórico, reconoce su valor patrimonial y su papel en la historia de las peregrinaciones hacia la Villa Mariana desde antes de la conquista castellana. Este camino, utilizado para las festividades de la Virgen, refleja la preocupación de las autoridades europeas por adecuarlo para su uso, como quedó registrado en un acta del Cabildo de 1517.

La importancia del Camino Viejo de Candelaria radica en su función como medio de control ideológico sobre la población indígena, después de que la imagen de la Virgen de Candelaria fuera trasladada desde la cueva de Chinguaro al lugar sagrado guanche de Achibinico. Bajo la custodia de la Orden de Predicadores, la Virgen se convirtió rápidamente en un importante lugar de peregrinación cristiana.

Preservando los caminos que narran historia y espiritualidad

Los caminos tradicionales de Tenerife son auténticos tesoros históricos, esenciales para la vida y el desarrollo de la isla desde la época guanche. A pesar del paso del tiempo y los cambios en el territorio, estos itinerarios siguen siendo fundamentales para comprender nuestra identidad y pasado. Su conservación es crucial para preservar nuestro patrimonio cultural.

En 1994, junto a mi compañero José Gregorio González, iniciamos un trabajo etnográfico para rescatar del olvido los caminos ancestrales que llevaban a los fieles hasta el Santuario de la Virgen de Candelaria. A través de entrevistas con ancianos de los pueblos del norte y sur de la isla, recopilamos historias transmitidas de generación en generación sobre estos antiguos senderos. Descubrimos la importancia de estos caminos, donde la fe y la devoción impulsaron a cientos de peregrinos a recorrer largas y difíciles rutas.

Caminos del Sur

Este camino, que conserva varios tramos del antiguo trazado empedrado, discurre paralelo a la carretera general del sur. Partía desde Los Cristianos hasta El Escobonal, para luego descender por Anocheza hacia San Juan y San Pedro, siguiendo el camino de Tonaso hasta Candelaria.

Otra variante, conocida como el camino de Magiñeñe, era utilizada por los más diestros y jóvenes, acortando el tiempo de llegada a Candelaria. Esta ruta partía desde Guaza y recorría la costa del sur hasta la playa de Arriba, conectando luego con la Montaña de Archaco.

Caminos del Norte

Desde los pueblos del norte, los peregrinos subían a la cumbre hasta el camino de Pedro Gil, descendiendo luego hacia Arenas Negras en Arafo y siguiendo hasta Candelaria. Los que partían desde Buenavista, Los Silos, Garachico, Icod y La Orotava tenían tres bifurcaciones principales que los llevaban hasta Candelaria, todas convergiendo en Arenas Negras.

Camino de La Laguna o Camino Viejo de Candelaria

Este camino partía desde San Bartolomé de Geneto, descendiendo por El Rosario y Barranco Hondo hasta Guadamojete en la costa, para finalmente llegar a Candelaria.

La preservación y puesta en valor de estos caminos ancestrales es esencial para mantener vivos los lazos comunitarios y la riqueza de nuestra historia y tradiciones. Estos caminos no solo conectan lo divino con lo humano, sino que también son elementos patrimoniales fundamentales que merecen ser conocidos y apreciados por las futuras generaciones y visitantes de la isla.

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