10 de enero de 2025
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El Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en colaboración con un equipo internacional, ha logrado un descubrimiento único: una nebulosa planetaria que ha destruido su sistema solar, pero que conserva los restos de un exoplaneta en su interior. Este hallazgo, publicado en Nature Astronomy, abre una nueva perspectiva sobre la evolución de los exoplanetas y sus estrellas.

Hasta ahora, se habían identificado más de 5.000 exoplanetas orbitando estrellas en diferentes fases de evolución, incluso alrededor de enanas blancas, la etapa final de estrellas como el Sol. Sin embargo, nunca se había detectado un exoplaneta asociado a una estrella en la fase previa, conocida como nebulosa planetaria. Estas nebulosas son burbujas brillantes de gas y polvo formadas por la materia expulsada por una estrella al final de su vida, justo antes de convertirse en una enana blanca.

Durante esta etapa, los planetas cercanos son absorbidos por la estrella central, mientras que los más lejanos pueden ser expulsados del sistema. La falta de detecciones de exoplanetas en esta fase evolutiva había planteado incógnitas sobre cómo algunos sobreviven para orbitar estrellas más evolucionadas.

El hallazgo se centró en la nebulosa planetaria WeSb1, gracias al análisis de datos de 2.000 estrellas centrales de nebulosas planetarias recopilados por el satélite GAIA y el proyecto de observación astronómica Zwicky Transient Facility (ZTF). La clave fue la observación del astrónomo aficionado alemán Klaus Bernhard, quien notó un comportamiento atípico en la estrella central de WeSb1: una disminución del brillo de más del 90% durante varias semanas en 2021.

“El comportamiento de la estrella no seguía el patrón típico de eclipses regulares causados por un exoplaneta o una estrella compañera. Era algo mucho más inusual”, explica David Jones, investigador del IAC y coautor del estudio.

El equipo determinó que el extraño comportamiento se debía a grandes nubes de polvo orbitando cerca de la estrella central y dentro de la nebulosa. Datos adicionales obtenidos con el Nordic Optical Telescope (NOT) en el Observatorio del Roque de los Muchachos (La Palma) y otros cartografiados como ATLAS ayudaron a desentrañar el misterio.

“La estrella central no es una sola, sino un sistema binario. La interacción entre ambas estrellas creó la nebulosa y destruyó el sistema planetario, dejando escombros en forma de grandes nubes de polvo”, detalla Jan Budaj, autor principal del estudio e investigador de la Academia de Ciencias de Eslovaquia.

Este descubrimiento marca un avance crucial en la comprensión de la evolución de sistemas planetarios. Además, revela cómo los restos de un sistema pueden sobrevivir en forma de polvo dentro de una nebulosa planetaria.

Con telescopios avanzados como el ATLAS, que próximamente estará operativo en el Observatorio del Teide (Tenerife), el IAC continuará liderando investigaciones sobre fenómenos como este, ampliando el conocimiento sobre la compleja interacción entre estrellas y sus planetas.

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