¿Por qué alguien podría padecer obesidad si no come en exceso? Esta pregunta nos lleva a reflexionar sobre una realidad compleja y multifacética que va más allá de simplemente lo que comemos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que en Europa, la obesidad se ha triplicado desde 1980, afectando a un preocupante porcentaje de adultos. Esto evidencia que la obesidad no es meramente un problema de elecciones dietéticas.
Los estigmas y prejuicios que rodean a la obesidad agravan el sufrimiento de quienes la padecen, ya que su condición no siempre es comprendida como una enfermedad legítima. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) la define como una enfermedad crónica con un impacto considerable en la salud, con raíces complejas y multifactoriales.
Las cifras son alarmantes: casi el 40% de los adultos en España sufren de sobrepeso, y más del 20% son obesos. Se proyecta que estas cifras seguirán en aumento, con más de 27 millones de adultos con exceso de peso para el año 2030.
Las implicaciones de la obesidad en la salud son significativas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) predice que en las próximas tres décadas, el exceso de peso será responsable de millones de muertes y reducirá la esperanza de vida en tres años para el año 2050.
Sin embargo, abordar la obesidad va más allá de la alimentación. La falta de comprensión sobre esta enfermedad conduce a que muchos pacientes demoren años en buscar ayuda profesional, empeorando así la progresión de la enfermedad. Además, la obesidad suele estar subdiagnosticada, y los pacientes enfrentan dificultades para acceder a un tratamiento adecuado debido a la estigmatización asociada.
Una pregunta común es: ¿Por qué alguien podría estar obeso si no come en exceso? La respuesta se encuentra en una serie de factores, incluyendo mecanismos biológicos de protección contra la inanición, el impacto de los alimentos ultraprocesados, influencias genéticas, acceso limitado a profesionales de la salud especializados y diversos eventos en la vida, como el embarazo o el estrés.
El estigma y la culpabilización del paciente solo empeoran la situación, afectando tanto su bienestar mental como físico. Es crucial reconocer que la obesidad es una enfermedad compleja que requiere un enfoque multidisciplinario, que incluye cambios en la dieta, actividad física y aspectos conductuales.
Sin embargo, el acceso a este tipo de tratamiento sigue siendo limitado, con pocas Unidades de Obesidad multidisciplinarias disponibles y un sistema de salud que no financia los medicamentos destinados a tratar la obesidad. Además, las largas listas de espera para cirugías bariátricas representan otro obstáculo significativo para los pacientes con obesidad grave.
La pandemia de coronavirus ha exacerbado estos desafíos, especialmente para los pacientes con obesidad, quienes enfrentan un mayor riesgo de complicaciones y mortalidad por COVID-19. La saturación hospitalaria ha llevado a la cancelación de cirugías, dejando a los pacientes con obesidad en una situación aún más vulnerable.
En conclusión, abordar la obesidad como una enfermedad compleja y multifactorial es fundamental para mejorar la salud y el bienestar de quienes la padecen. Esto requiere un cambio en la percepción pública, un acceso equitativo a la atención médica y un enfoque integral que reconozca y aborde los diversos factores que contribuyen a esta enfermedad.