
Sagri Hernández, madre de un joven trans de 18 años, ha denunciado públicamente un episodio de discriminación que sufrió su hijo en la estación de guaguas de La Orotava, en Tenerife. Según relata, un hombre se negó a subir al mismo autobús alegando que no quería viajar «con un maricón» y añadió que «estas cosas se habrían resuelto con Franco».
Lo que más preocupa a Hernández no es solo el insulto, sino la indiferencia de quienes presenciaron la escena sin intervenir. «Estamos entrando en una dinámica muy peligrosa de pasividad ante conductas discriminatorias», advierte.
Este no es el primer ataque transfóbico que sufre su hijo. En otra ocasión, fue insultado por una mujer y sus hijos menores en un comercio del centro de Santa Cruz de Tenerife. A pesar de haber denunciado este hecho, Hernández lamenta que «no sirviera para nada», lo que la ha llevado a no presentar una denuncia formal en esta ocasión.
«La sociedad debe despertar»
Para esta madre, que además es docente y vocal del colectivo Diversas, el problema no es solo que su hijo haya sido víctima de transfobia, sino que estos ataques siguen viéndose como anecdóticos. «No puede ser que un adolescente tenga que estar siempre en alerta», expresa con indignación.
Dado el desinterés de las instituciones, Hernández decidió llevar su denuncia a las redes sociales. En un video publicado, expresó su indignación y advirtió: «Hoy le ha pasado a mi hijo, pero mañana le puede pasar al tuyo, a tu hermano… ¡Luchemos!».
Más educación para frenar el odio
Hernández también resalta la importancia de la educación para combatir estos discursos de odio. «Cada vez hay más jóvenes que hacen apología de la transfobia y otras formas de discriminación», alerta.
Desde el colectivo Diversas, trabajan para generar conciencia en la sociedad canaria a través de charlas en colegios, asesoramiento en salud sexual y apoyo legal a víctimas de delitos de odio.
Por último, Hernández reclama mayor implicación de los cuerpos de seguridad y la justicia, pues considera que solo se actúa cuando los ataques tienen consecuencias extremas. «Los insultos también causan daño y hay que frenarlos a tiempo», concluye.